Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
La Constitución de Bután de 2008 reconoce el budismo como patrimonio espiritual de Bután, al tiempo que exige que las instituciones religiosas promuevan este patrimonio y garanticen la separación de la política (artículo 3). La Constitución establece que «las instituciones y personalidades religiosas permanecerán por encima de la política»[1], lo que en la práctica supone la prohibición de que los monjes budistas y el clero hindú participen en los procesos electorales, tanto emitiendo su voto como presentando su candidatura a cargos públicos.
La Constitución garantiza a los ciudadanos de Bután el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, prohibiendo la coacción o la incitación a pertenecer a otra fe (artículo 7)[2], prohibición que refleja un esfuerzo continuo por encontrar el equilibrio entre la libertad religiosa y los valores budistas tradicionales del país.
La preocupación por la necesidad de mantener la identidad cultural y religiosa budista de Bután dio lugar a dos leyes de ciudadanía (1977 y 1985), que en la realidad privaron a los lhotshampa, comunidad étnica nepalí, de su derecho a vivir en el país[3]. La comunidad, que había emigrado a Bután en el siglo XIX, es predominantemente hindú, pero cuenta con algunos miembros budistas y animistas. La Ley de 1985 impidió a los lhotshampa optar a la nacionalización[4], y quienes protestaron por ello fueron detenidos y encarcelados[5]. Además, miles de nepalíes de etnia hindú se vieron obligados a abandonar el país[6].
La Comisión Electoral de Bután ha defendido el principio de separación entre religión y política para mantener la neutralidad de las instituciones religiosas, tal y como se establece en la Ley de Organizaciones Religiosas de 2007 (artículo 13)[7]. El proselitismo sigue estando prohibido y los grupos religiosos tienen que obtener licencias y registrarse en la Comisión de Organizaciones Religiosas. En 2022 había 139 grupos religiosos registrados (137 budistas y dos hindúes)[8]. El Dharma Samudaya, uno de los dos grupos hindúes reconocidos, informa de que las actividades que realiza en Bután cuentan con un fuerte apoyo[9]. Los grupos que no han podido registrarse, entre ellos los cristianos, no pueden poseer propiedades ni organizar actos públicos. Aunque los grupos religiosos no registrados pueden reunirse en domicilios particulares[10], cualquier reunión de cristianos fuera de dichos domicilios[11] es técnicamente ilegal[12].
El Gobierno sigue reconociendo como festivos los principales días festivos budistas e hindúes, mientras que los festivos cristianos no gozan de un reconocimiento similar[13].
Incidentes y acontecimientos
Según distintos informes, en Bután se hostiga a los no budistas[14]; a los cristianos se les niega incluso el derecho a comprar terrenos en los que enterrar a sus difuntos. Se han verificado presiones por parte de los familiares de los conversos al cristianismo sobre estos para que vuelvan a su religión original[15].
Para muchos no budistas sigue siendo difícil encontrar un lugar en el que practicar su culto, especialmente porque no hay iglesias reconocidas oficialmente. Los cristianos siguen reuniéndose discretamente en domicilios particulares y, en el momento de redactar este informe, ninguna iglesia ha recibido el reconocimiento oficial de la Comisión de Organizaciones Religiosas[16].
El 15 de octubre de 2024, las autoridades municipales de Damphu, en el distrito de Tsirang, suspendieron el suministro de agua potable y, posteriormente, de electricidad a un edificio privado, siguiendo una directiva del dzongda (gobernador del distrito). La medida se tomó en respuesta a las reuniones religiosas no autorizadas que se celebraban en un local de karaoke situado en el sótano del edificio. Antes de la interrupción del suministro, el dzongda había hecho llegar una advertencia oficial al propietario del inmueble, Rajen Tamang, advirtiéndole de que si continuaban las reuniones públicas tendría que suprimir servicios esenciales como el agua y la electricidad. Aunque en la notificación oficial no se describía la naturaleza de las reuniones, Tamang aclaró posteriormente que se trataba de reuniones religiosas semanales que se celebraban todos los domingos. En una respuesta por escrito fechada el 11 de octubre, argumentó que las reuniones eran privadas, pacíficas y acordes con las costumbres religiosas locales, por lo que estaban amparadas por el artículo 7.4, de la Constitución, que garantiza la libertad de religión[17]. En diciembre de 2024, un tribunal superior rechazó los argumentos constitucionales de Tamang y dictó que no cabía recurso, ya que el sótano tenía una licencia específica para karaoke[18].
Otro reto al que se enfrentan los cristianos de Bután es el acceso a materiales religiosos. La posesión de biblias y literatura cristiana, CD y DVD puede interpretarse como promoción del cristianismo —religión no reconocida— o como un intento de proselitismo, lo cual está prohibido por la ley. Si familiares, autoridades locales o vecinos encuentran este tipo de materiales, el dueño corre el riesgo de sufrir acoso, interrogatorios y confiscación de bienes personales[19].
La Iglesia católica de Bután está bajo la jurisdicción de la diócesis de Darjeeling, en la India. El país ha sido testigo de la presencia continuada de los jesuitas, especialmente en el ámbito de la educación. La Provincia Jesuita de Darjeeling designó a un sacerdote nacional butanés como su representante a tiempo completo en Bután. Su misión es proporcionar asistencia espiritual a la comunidad católica, uno de los grupos cristianos más antiguos del país[20] compuesto por aproximadamente 200 miembros, divididos a partes iguales entre familias católicas de larga tradición y conversos recientes. Además de esta presencia católica, el país alberga comunidades crecientes de protestantes y pentecostales, cuyo número ha aumentado significativamente en las últimas dos décadas[21].
En noviembre de 2023, dos partidos fueron elegidos para competir en las elecciones parlamentarias, celebradas el 9 de enero de 2024. Esto marcó un punto de inflexión significativo para Bután, reflejando su transición hacia la democracia. Con una participación superior al 65%[22] y sin violencia ni disturbios, la comunidad internacional consideró que las elecciones constituían un avance positivo para el país.
El 28 de enero de 2024, Tshering Tobgay, budista practicante, tomó posesión como primer ministro de Bután, tras las elecciones parlamentarias en las que el Partido Democrático Popular obtuvo la mayoría. Se trata del segundo mandato de Tobgay, que ya ocupó el cargo entre 2013 y 2018. Aunque sigue dando prioridad a la Felicidad Nacional Bruta y a la promoción de los valores budistas, su reelección suscita preocupación en materia de libertad religiosa[23]. La continuación de las políticas actuales ofrece perspectivas limitadas de mejora, en particular en lo que respecta a la posible repatriación de la comunidad lhotshampa, predominantemente hindú y de habla nepalí, que sigue residiendo en campos de refugiados en Nepal.
Futuro de la libertad religiosa
Aunque la Constitución de 2008 garantiza oficialmente la libertad de religión y defiende la separación entre la religión y el Estado, el Gobierno preserva la primacía del budismo e impone restricciones a las prácticas religiosas de las comunidades no budistas, como la prohibición del proselitismo y la falta de reconocimiento oficial de los lugares de culto no budistas.
La reelección del primer ministro Tshering Tobgay, defensor de los valores budistas y de la filosofía de la Felicidad Nacional Bruta, indica que, a pesar de las reformas democráticas en curso, siguen existiendo obstáculos importantes para la plena realización de la libertad religiosa de los grupos minoritarios. Por ello, las perspectivas para la libertad religiosa en Bután siguen siendo prácticamente las mismas.
Fuentes