Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
Camboya es una monarquía constitucional situada en el corazón de la península de Indochina. Su Constitución, adoptada el 21 de septiembre de 1993[1], garantiza el derecho a la libertad religiosa: «Los ciudadanos jemeres [camboyanos] de ambos sexos tendrán derecho a la libertad de creencia. El Estado garantizará la libertad de creencia y de culto religioso, a condición de que dicha libertad no afecte a otras creencias religiosas ni viole el orden público y la seguridad» (artículo 43)[2].
La población de Camboya es fundamentalmente budista. La mayoría practica el budismo theravada, religión que ocupa un lugar central y dominante en la vida de la nación. Este hecho está reconocido por la Constitución: «El budismo será la religión del Estado» (ibid.)[3]. La ley fundamental del Reino de Camboya especifica, además, que el Estado apoyará la enseñanza del budismo (artículo 68). No obstante, también prohíbe la discriminación basada en la afiliación religiosa, como manifiesta el artículo 31 de la Constitución: «Los ciudadanos jemeres serán iguales ante la ley, disfrutarán de los mismos derechos y libertades, y cumplirán las mismas obligaciones con independencia de su raza, color, sexo, idioma, creencias religiosas, tendencia política, nacimiento, origen, condición social, riqueza o cualquier otra condición»[4].
No está permitido que los grupos religiosos critiquen abiertamente a otros grupos de fe, aunque las infracciones no se persiguen. Tampoco se les permite participar en actividades políticas de ningún tipo[5].
Las organizaciones religiosas tienen que registrarse ante el Ministerio de Cultos y Religiones y aportar información sobre los objetivos de su organización. Están obligadas a presentar un informe anual sobre sus actividades, aunque no hay sanciones por no registrarse, salvo que no pueden solicitar exenciones fiscales al Ministerio de Economía y Finanzas. Los lugares de culto y los colegios confesionales se tienen que registrar por separado, aunque esto tampoco se hace cumplir[6].
Está prohibido ofrecer formación religiosa no budista en la escuela pública, pero se permite en los centros privados. Los alumnos no budistas de la escuela pública pueden solicitar quedar exentos de la formación religiosa budista porque no forma parte del plan de estudios obligatorio[7].
Los grupos no budistas no pueden hacer proselitismo en público, aunque sí pueden distribuir sus textos dentro de sus propias instituciones religiosas[8].
A pesar de estas disposiciones constitucionales y legislativas, los camboyanos disfrutan en general de un grado significativo de libertad religiosa. Esto contrasta con la situación de otras libertades y derechos fundamentales, limitados por el ex primer ministro del país, Hun Sen, cuyo régimen autoritario aprobó una serie de leyes duras, por ejemplo, el decreto sobre la creación del portal nacional de Internet de febrero de 2021, que permite al Gobierno interferir en todas las actividades relacionadas con Internet y desconectarlas[9]. En marzo de 2021, el Gobierno aprobó la Ley de Medidas para Prevenir la Propagación de la COVID-19 y otras Enfermedades Graves, Peligrosas y Contagiosas, que impone penas de prisión de hasta 20 años a los infractores[10].
El Gobierno está impulsando un proyecto de ley sobre ciberdelincuencia que limitaría gravemente la libertad de expresión y aumentaría la presión sobre los grupos e individuos que la desafíen[11]. Esta ley le permitiría recopilar y registrar datos de tráfico de Internet. Los expertos temen que pueda utilizarse para reprimir a la oposición y encarcelar a los disidentes[12].
El budismo que se practica en Camboya contiene en ocasiones elementos de la religión tradicional y de sus rituales que recurren a fuerzas sobrenaturales. El Gobierno tiene una política de tolerancia cero contra las personas declaradas culpables de practicar magia negra o brujería, a las que aplica duras sanciones en forma de hostigamiento, palizas, expulsión e incluso la muerte[13].
Camboya forma parte del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP)[14].
Incidentes y acontecimientos
El fortalecimiento de los lazos entre Camboya y China se ha convertido en un motivo de preocupación, especialmente después de enero de 2022, cuando Camboya asumió el liderazgo de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) por un período de un año. Se teme que la mayor relación entre Camboya y China aliente un aumento de las violaciones de los derechos humanos y la promulgación de estrictas leyes discriminatorias[15].
En agosto de 2023, Hun Manet, general de cuatro estrellas del ejército de Camboya e hijo mayor del primer ministro Hun Sen, sustituyó a su padre como jefe de Gobierno. En abril de 2024, Hun Sen fue elegido presidente del Senado. Este cargo le permite promulgar leyes sin tener que contar con el rey Norodom Sihamon[16].
El 27 de enero de 2023, el primer ministro Hun Sen celebró un siglo de cristianismo en Camboya, afirmando que «muchos países de todo el mundo» aprecian la armonía religiosa de Camboya impulsada por la «política correcta» de su gobierno. Instó al clero a no obligar a la gente a cambiar de creencias. En su apuesta por la armonía interreligiosa, Hun Sen hizo un llamamiento a los cristianos de diferentes confesiones para que se unieran entre ellos y con otras religiones[17].
En diciembre de 2023, el nuevo primer ministro, Hun Manet, instó al Ministerio de Cultos y Religiones a que investigara los «actos religiosos inapropiados» de ciertos cristianos, budistas y musulmanes[18]. Insistió en que, si alguien era declarado culpable de actos inapropiados o de explotación, el Gobierno intervendría, porque «tiene la responsabilidad de salvaguardar los valores religiosos y sociales»[19].
En el mismo discurso, el primer ministro ordenó al Ministerio que tomara medidas si la revisión de las publicaciones en redes sociales o promociones públicas de eventos revelaba que los creyentes o grupos religiosos estaban «incitando a o participando en otras actividades» cuestionables[20].
En abril de 2024, la abogada camboyano-estadounidense Theary Seng, activista cristiana y editora de la Biblia, fue hospitalizada como consecuencia de una huelga de hambre en protesta contra el encarcelamiento de 60 disidentes. Seng cumple una condena de seis años tras haber sido declarada culpable de traición en junio de 2022[21]. En mayo de 2024, tras la detención de algunos activistas medioambientales, los relatores especiales del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos advirtieron de que el uso de la ley para criminalizar la libertad de expresión, de reunión pacífica y de asociación era incompatible con las obligaciones de Camboya en virtud del derecho internacional, en particular el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966, del que el país es signatario[22].
En julio de 2024, los líderes religiosos de una pagoda del oeste de Camboya expulsaron a un monje budista, Saing Rithing, por participar en una marcha de protesta para conmemorar el aniversario del asesinato a tiros de Kem Ley, destacado comentarista político y crítico con el Gobierno[23].
En octubre de 2024, Noun Toeun fue deportada a su país de origen; esta mujer camboyana trabajó varios años como empleada doméstica en Malasia, donde la detuvieron por criticar al Gobierno en las redes sociales. A su llegada a la prisión de Prey Sar, un portavoz del departamento de prisiones dijo que Toeun estaba acusada de incitación de un delito grave y de causar desorden social por discriminación por motivos de raza, religión y nacionalidad. Sin embargo, el portavoz no pudo proporcionar detalles de sus presuntos delitos. Si es declarada culpable, Toeun tendrá que cumplir cinco años de prisión y pagar una multa[24].
El Ministerio de Cultos y Religiones lleva varios años preparando una ley de religión, aparentemente para fomentar la moralidad y la espiritualidad[25]. En 2021 se filtró un primer borrador (13 capítulos y 54 artículos) en el que, a modo de ejemplo, se incluyen textos como: «Los monjes budistas que participen intencionadamente en protestas políticas, huelgas, disturbios o actividades organizadas contra cualquier partido político serán condenados a una pena de prisión de siete a quince años, sin incluir otras sanciones aplicables según lo establecido en el Código Penal»[26]. En ese momento, el portavoz del Ministerio, Seng Somony, afirmó que el contenido de la filtración «eran solo borradores y probablemente sufriría más cambios antes de que la ley se aprobara en la legislatura»[27].
El anciano abad de una pagoda de la provincia de Pursat, Sem Moeung, declaró que «el budismo era la religión del Estado y que todas las religiones presentes en Camboya estaban bajo el control de las autoridades pertinentes»[28]. Sem Moeung apoyó además la «promulgación de leyes relacionadas con la religión como base para castigar a quienes abusan de la religión», pero expresó su preocupación por su repercusión sobre los derechos humanos: «Si el Gobierno promulga una ley, animará a la gente a comportarse adecuadamente para evitar sanciones, por lo que, cuando participen en actividades religiosas, serán muy cuidadosos y considerados, pero también me preocupa el efecto que pueda tener sobre los derechos y libertades de los individuos»[29].
A finales de 2024, la ley de religión no está terminada, pero un informe reciente de los medios de comunicación sugiere que incluirá un vídeo sobre «la enseñanza de la moral, la difusión de información y la formación de las funciones y responsabilidades de los sacerdotes, abades y comités de pagodas»[30].
Futuro de la libertad religiosa
En general, Camboya disfruta de un grado significativo de libertad religiosa y armonía entre las distintas religiones. A pesar de la preocupación existente sobre el proyecto de ley de religión, acontecimientos recientes, como la conmemoración estatal a principios de 2023 del centenario del cristianismo en el país, a la que asistió el entonces primer ministro Hun Sen, son motivo de un optimismo cauteloso.
A pesar de estos importantes indicios y del hecho de que el Gobierno del primer ministro Hun Manet parece estable y centrado en el desarrollo económico, algunos grupos de derechos humanos han denunciado que las libertades civiles se han deteriorado, en especial para los miembros de los partidos de la oposición[31]. A esto se suma la preocupación geopolítica más amplia por el fortalecimiento de los lazos tanto militares como económicos entre China y Camboya, y lo que este hecho puede suponer para los derechos humanos, entre ellos la libertad religiosa[32].
Fuentes