LÍBANO
Marco legal de la libertad religiosa y aplicación actual
La población de suníes y chiíes en Líbano es casi la misma; sumadas, estas dos ramas del islam representan el 63 % de la población total. Los porcentajes de musulmanes alauíes e ismaelitas son mucho menores. Además, Líbano conserva el mayor porcentaje de cristianos de todo el mundo musulmán: un poco más del 30 % de su población. Estos porcentajes se refieren solo a los ciudadanos libaneses que residen en el país y, por lo tanto, excluyen a los palestinos y sirios —mayoritariamente suníes— que habitan en el país.
El país alberga 18 comunidades religiosas oficialmente registradas: cinco grupos musulmanes (chiíes, suníes, alauíes e ismaelitas), doce grupos cristianos (maronitas, greco-ortodoxos, greco-católicos, católicos armenios, sirio-ortodoxos, siro-católicos, asirios, caldeos, coptos, protestantes evangélicos y católicos romanos) y judíos[1]. Con todo, la comunidad judía es muy pequeña. En 2023, solo habitaban 30 judíos en todo el país[2]. Todavía no gozan de reconocimiento oficial los budistas bahaíes, los hindúes, varios grupos protestantes y la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Este puzle demográfico y religioso late en el corazón de la vida política del país; la variación más pequeña puede tener implicaciones políticas importantes. Por este motivo, no se ha llevado a cabo ningún censo oficial de los grupos religiosos desde 1932. En concreto, los cristianos, un grupo en declive, temen que, de saberse su verdadera población, su representación política se vería afectada.
Líbano es una república parlamentaria sin una religión oficial, pero tampoco es un Estado laico. El sistema político es confesional y reserva los cargos políticos más importantes a las distintas comunidades, según unos criterios claros y bien definidos: la presidencia de la República siempre debe estar presidida por un cristiano maronita, el primer ministro (la presidencia del Consejo de ministros) recae sobre un suní y el portavoz de la Asamblea nacional es un chií. La representación parlamentaria se reparte entre comunidades religiosas con un sistema de cuotas cerrado.
La Constitución de Líbano garantiza la libertad religiosa[3]. En ella se proclama que «todos los libaneses son iguales ante la ley» (artículo 7). El artículo 9 estipula que «la libertad de conciencia es absoluta», y añade que, «al asumir la obligación de dar gloria a Dios, el Altísimo, el Estado respeta todas la religiones y credos, y protege la libertad de practicar sus ritos religiosos, sin molestar el orden público. También garantiza el respeto al sistema del estado civil y los intereses religiosos de las personas, sin atender a sus diferentes credos».
En cuanto a la educación, esta «será libre en la medida en que no moleste el orden público, no viole la moral y no afecte a la dignidad de ninguna religión o credo. El derecho de cada comunidad a fundar sus propios colegios es inviolable, siempre que satisfagan los requisitos estatales en educación pública» (artículo 10).
El 9 de marzo de 2020, el presidente Michel Aoun apoyó la idea de una ley que unificase el estado civil y que sustituyera las actuales leyes, basadas en la confesión religiosa. Con todo, no se dio ningún paso en esa dirección[4].
El Código Penal libanés criminaliza la blasfemia e insultar el nombre de Dios y las prácticas de cualquier religión[5] con el máximo castigo de un año de cárcel. Sin embargo, estos términos no están perfectamente definidos. La difamación y el odio a la religión se castigan con penas de cárcel que no superan los tres años[6].
La conversión no es ilegal, pero un superior de la religión a la que pertenece la persona que quiere convertirse debe dar su aprobación. Solo entonces, el futuro converso podrá registrarse bajo su nueva religión en el directorio de estado civil del ministerio del Interior[7]. Los conversos se enfrentan a una fuerte resistencia social e, incluso, a amenazas.
Las cuestiones relativas al estado civil (tales como el matrimonio, familia y herencia) se gestionan de forma separada, según la jurisdicción de cada una de las 18 comunidades religiosas reconocidas por el Estado (doce cristianas, cinco musulmanas y una judía)[8].
Cada comunidad posee sus propias reglas y administra sus organizaciones de bienestar social e instituciones pedagógicas. Sin embargo, algunas comunidades religiosas (yazidíes, budistas y testigos de Jehová) carecen de reconocimiento oficial y, por tanto, carecen del derecho a grupos institucionales. En cambio, están obligados a declararse miembros de algunas de las comunidades religiosas reconocidas por el gobierno, de forma que sus matrimonios y otros estados civiles sean legales y válidos. Con todo, pueden practicar sus ritos en total libertad.
Los miembros de comunidades religiosas no reconocidas que deseen casarse, o quien quiera casarse por lo civil, deben hacerlo fuera del país. La ley relativa al matrimonio civil y sus efectos será la del país donde se celebró el matrimonio.
Líbano posee el número de refugiado sirios per cápita más elevada del mundo, alrededor de un millón y medio[9]. En febrero de 2025, también ofrecía asilo a 500 000 refugiados palestinos bajo el mandato de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA)[10]. El gran número de refugiados son un motivo de tensión y miedo para las comunidades cristianas, que temen que su peso demográfico siga disminuyendo en comparación con las musulmanas.
Incidentes y acontecimientos
En febrero de 2023, se encontró el cuerpo sin vida del clérigo suní Ahmad Rifai en el norte de Líbano. Había sido secuestrado poco antes. Presuntamente, este jeque suní, crítico acérrimo de Hezbolá y de sus aliados, murió víctima de una disputa familiar[11].
En mayo de 2023, el ministro de información, Ziad Makary, llamó por teléfono al académico chií Mohammed Shamseddine en un gesto de solidaridad. Shamseddine había sufrido un ataque antes en la playa de Sidón, después de discutir con un clérigo sobre la libertad personal. El detonante de la discusión fue el reproche que dirigieron el clérigo y sus acompañantes a una cristiana en traje de baño. «La Constitución protege nuestra libertad de expresión y de creencia —afirmó Makary. Es una pena que, mientras todo el mundo avanza en apertura y en la promoción de la libertad de creencia, en algunos rincones del Líbano todavía se escondan el aislamiento y el extremismo»[12].
En mayo de 2023, un cementerio cristiano en la ciudad de Deir al-Ahmar, en el Valle de Bekaa, fue vandalizado. Muchas cruces fueron arrancadas de las tumbas. El alcalde lo denunció a las fuerzas de la seguridad, que abrieron una investigación y afirmaron que la inteligencia libanesa también estaba estudiando el caso[13]. En marzo, un cementerio maronita en Saida también fue vandalizado, y varias tumbas sufrieron daños[14].
En agosto de 2023, el cómico libanés Nour Hajjar fue arrestado por las fuerzas de seguridad del país. El motivo de su arresto y subsiguiente investigación fue una queja de Dar al-Fatwa, la autoridad suní más importante del país. Según al-Fatwa, Hajjar había insultado al islam con una broma cinco años antes, en 2018. Según Amnistía Internacional, el artículo 10 del Código de Procedimiento Criminal libanés señala que ese tipo de actos solo pueden perseguirse durante los tres años siguientes a su cumplimiento y, por tanto, el arresto de Hajjar estaba fuera de plazo[15].
En julio de 2023, el campo de refugiados palestinos Ain al-Hilweh fue el escenario de enfrentamientos violentos entre activistas de Fatah y miembros de dos grupos islamistas, Jund al-Sham y Shebab al-Muslim (vinculado a Al Qaeda). Más de 30 personas perdieron la vida. La agitación duró hasta diciembre[16].
En agosto de 2023, el ministro de Cultura de Líbano, Mohammad Mortada, prohibió que la película Barbie se proyectara en cines. En su opinión, la película americana contradecía «los valores religiosos y morales, así como los principios de Líbano». El ministro añadió que Barbie alentaba la «desviación sexual»[17].
En agosto de 2023, un camión que pertenecía a Hezbolá volcó en el pueblo cristiano de Kahaleh. Se sospechaba que el camión contenía armas. Cuando los lugareños se acercaron a inspeccionarlo, abrieron fuego y los disparos mataron a un miembro de Hezbolá y a un vecino del pueblo[18].
En agosto de 2023, miembros de la milicia cristiana Jnoud El-Rab, los llamados Soldados de Dios, atacaron a varias personas en la entrada de un bar LGBT en Beirut. En los vídeos del ataque, se pueden oír los gritos de los atacantes: «Esto es un aviso. Esto es solo es comienzo» y «No permitiremos la defensa de la homosexualidad en la tierra de Dios». El incidente dejó varios heridos[19]. El mismo grupo atacó ese mismo mes la Marcha por la Libertad que lucha por los derechos LGBT. Al menos tres personas resultaron heridas[20].
En septiembre de 2023, el líder religioso suní Hassan Moraib, inspector general adjunto de Dar Al-Fatwa en Líbano, lanzó una fetua contra la cadena MTV. Entre otras cosas, afirmó que este canal había vendido su alma a Satanás, que la ley islámica prohibía verlo y que era una «plaga» más dañina que la COVID-19. Moraib se refería, ante todo, a un vídeo retransmitido en MTV que pedía la despenalización de la homosexualidad[21].
En septiembre de 2023, el primer ministro libanés, Najib Mikati, avisó de que el alto flujo de refugiados sirios podía originar problemas demográficos. En concreto, señaló que miles de sirios huían a Líbano todas las semanas y que esto traería consigo grandes desequilibrios. Según Associated Press, «el problema demográfico puede ser la afiliación religiosa: la mayoría de sirios son suníes»[22].
En diciembre de 2023, el 90 % de la población de los pueblos del sur de Líbano abandonaron sus hogares ante el lanzamiento diario de misiles en la frontera entre Líbano e Israel. En Alma Al-Shaab, el pueblo más afectado, los misiles destruyeron quince casas. Desde el comienzo de la operación militar en Gaza, la tensión entre Israel y la milicia libanesa Hezbolá solo ha ido en aumento[23].
En abril de 2024, el patriarca maronita Bechara Boutros Rai condenó el asesinato de Pascal Sleiman, coordinador en Biblos del Partido libanés de Fuerzas Cristianas. Según el ejército libanés, una «banda criminal siria» fue la responsable de su secuestro y muerte[24].
En septiembre de 2024, Israel atacó varios pueblos, entre ellos, Qartaba, Mayrouba y Ehmej, de mayoría cristiana y que cuentan con buenas relaciones con los pueblos vecinos, de mayoría chií. Decenas de personas perdieron la vida y resultaron heridas. Las fuerzas israelíes arguyeron que el objetivo de estos ataques era la milicia chií de Hezbolá[25]. En octubre de 2024, un misil alcanzó de lleno una iglesia católica melquita que alojaba a personas desplazadas en Derdghaya, al sur de Líbano; murieron al menos ocho personas[26]. En noviembre de 2024, las fuerzas israelíes volaron por los aires la histórica ermita de Simón en Shama, al sur del Líbano. La población chií y cristiana veneraban este santuario. Algunas fuentes aseguran que el ataque fue intencionado[27]. Un año después de los acontecimientos de octubre de 2023, los ataques aéreos de Israel en Líbano mataron a 900 mujeres y niños[28].
Los bombardeos israelíes han acercado a las poblaciones cristianas y musulmanas. En febrero de 2024, el arzobispo maronita Youssef Soueif declaró que «los musulmanes quieren que estemos aquí. Transmitimos un mensaje de paz»[29]. En octubre de 2024, el P. Hanna Rahmé, obispo de Baalbek-Deir El-Ahmar, anunció en televisión que las casas cristianas de su diócesis abrían sus puertas a todos musulmanes que huyesen de los bombardeos. «Cada familia cristiana en los pueblos alrededor de Deir El-Ahmar ha recibido a tres o cuatro familias desplazadas, entre 30 y 60 personas», confirmó después[30]. Las religiosas greco-melquitas del Buen Servicio recibieron a más de 800 refugiados en 12 días en su convento en el norte de Beqaa. Una religiosa afirmó: «A menudo oyes a los musulmanes desplazados decir “Vuestra cruz nos protegerá”»[31].
En enero de 2025, el general Joseph Aoun, comandante del ejército libanés desde 2017, fue elegido presidente de Líbano, cargo que llevaba vacante más de dos años. Por ley, el jefe de Estado libanés debe ser un maronita[32].
El futuro de la libertad religiosa
Líbano se encontraba en una crisis económica y política muy profunda antes de octubre de 2023. Cuando la milicia chií de Hezbolá atacó a Israel e Israel contraatacó con fuerza, la situación del país empeoró todavía más. Aunque la guerra ha afectado sobre todo al sur del Líbano, de población chií y cristiana, otras zonas de este pequeño país también se han resentido. Cientos de miles de personas tuvieron que huir, muchas murieron y no pocas infraestructuras sufrieron graves daños. El alto el fuego de noviembre de 2024 entre Israel y Hezbolá ayudó a calmar relativamente la tensión. Por último, el debilitamiento militar de Hezbolá y la muerte de su líder Hassan Nasrallah también han fortalecido al Estado libanés. Antes, Hezbolá limitaba de forma considerable su capacidad de actuación.
El 2025 comenzó con una noticia positiva. Después de dos años de vacío de poder, en enero fue elegido un nuevo presidente. Con él, asoma también la esperanza de un nuevo comienzo político, requisito necesario para la reconstrucción económica del país.
A pesar de que la mayoría de su población es musulmana, Líbano es el único país de la región donde el islam no es la religión del Estado. Salvo por algunos problemas puntuales, durante el período estudiado Líbano siguió siendo un lugar de libertad religiosa para cristianos, drusos y otras comunidades que no son musulmanas. La mejora económica y política es fundamental para la coexistencia religiosa en el futuro.
Fuentes