NIGERIA
Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
Con más de 227 millones de habitantes, Nigeria es el país más poblado de África, siendo una de las mayores economías continentales y uno de los principales productores de petróleo[1]. Con un sistema de gobierno democrático parlamentario, el país está organizado como una república federal con 36 estados y el Territorio de la Capital Federal en Abuya.
La Constitución de 1999[2] impide al Gobierno de la Federación, o de los estados, adoptar cualquier religión como religión de Estado (artículo 10) y propone la tolerancia religiosa como parte de la ética nacional en las políticas de Estado (artículo 23). Prohíbe la discriminación por motivos religiosos (artículos 15.2 y 42.1) y obliga a los partidos políticos a abrir su afiliación a cualquier ciudadano nigeriano con independencia de su religión (artículo 222.b), así como a no ostentar ningún nombre, símbolo o logotipo con connotaciones religiosas (artículo 222.e).
La Constitución también garantiza el derecho de toda persona a «la libertad de pensamiento, conciencia y religión, a la libertad de cambiar de religión o creencia, y a la libertad de manifestar (individual o colectivamente, y en público o en privado) y difundir su religión o creencia mediante el culto, la enseñanza, la práctica y la observancia» (artículo 38.1). Está prohibido obligar a ninguna persona que asista a un centro educativo a participar en la enseñanza religiosa si esta no está de acuerdo con su fe o no ha sido aprobada por sus padres o tutores. Esta garantía se extiende también a las ceremonias y prácticas religiosas (artículo 38.2). Conforme al artículo 38.3, no se podrá impedir a ninguna comunidad o confesión religiosa ofrecer enseñanza religiosa a los alumnos de esa comunidad o confesión en cualquier centro educativo mantenido íntegramente por dicha comunidad o confesión. Estos derechos no facultarán a ninguna persona «para formar, participar en la actividad o ser miembro de una sociedad secreta» (artículo 38.4).
Con ánimo de promover la integración nacional, el artículo 15.3.c y d de la Constitución impone al Estado la obligación de fomentar los matrimonios interreligiosos y promover la creación de asociaciones que trasciendan las fronteras religiosas. Para reducir las tensiones, algunos estados (Kano, Borno, Níger, Katsina y Kaduna) han aprobado leyes que obligan a los predicadores a obtener una licencia para ejercer[3]. La población nigeriana considera la religión como un aspecto muy importante de la vida[4].
El actual presidente de Nigeria, Bola Ahmed Tinubu, y su esposa, Oluremi Tinubu, son un ejemplo de pareja que vive un matrimonio interreligioso. Casados desde 1987, él es musulmán y su esposa, pastora ordenada de la Iglesia Cristiana Redimida de Dios[5].
Nigeria tiene un sistema jurídico mixto que comprende el derecho inglés, el derecho consuetudinario, el derecho tradicional y, en varios estados, el derecho islámico (sharía)[6]. Mientras que en los estados del norte la Constitución reconoce un Código Penal basado en el derecho islámico (en particular, la escuela malikí), en el sur se aplica un Código Penal basado en el de Queensland (Australia) de 1899, introducido por las autoridades coloniales británicas[7] [8]. Este sistema dual —un Código Penal en el sur y otro distinto en el norte— sigue configurando el panorama jurídico de Nigeria en la actualidad.
Conforme al artículo 275.1 de la Constitución, los estados tienen derecho a constituir un Tribunal de Apelación de Sharía. La Constitución prevé la creación de un Tribunal de Apelación de Sharía en el Territorio de la Capital Federal, en Abuya (artículo 260.1). Cuando doce estados del norte introdujeron oficialmente la ley islámica en 1999 y 2000, muchos musulmanes reaccionaron con entusiasmo, mientras que los cristianos se opusieron a la decisión. Los disturbios posteriores se cobraron miles de vidas, tanto de cristianos como de musulmanes[9]. «La mayoría de los musulmanes del norte de Nigeria», afirmaba el obispo católico de Sokoto, Matthew Hassan Kukah, «han seguido haciéndose eco de los sentimientos del antiguo califato (1804-1903), que considera el cristianismo como una religión extranjera vinculada al colonialismo»[10].
En febrero de 2024, se creó un comité de revisión constitucional con miembros de los 36 estados. El presidente del Senado, Godswill Akpabio, constituyó el comité formado por 45 miembros y presidido por el vicepresidente del Senado, Barau Jibrin[11]. La Comisión de Revisión Constitucional de la Cámara de Representantes publicó una convocatoria para la presentación de memorandos, en la que invitaba a los nigerianos a enviar propuestas de nuevas enmiendas a la Constitución de 1999 sobre temas como «la policía y el esquema de seguridad de Nigeria, los ingresos públicos, la federación fiscal y la asignación de ingresos, las reformas judiciales, las reformas electorales, las instituciones tradicionales, las cuestiones relacionadas con el género, el proceso de creación de Estados y el acceso de los Estados a la minería, entre otros»[12].
En octubre de 2024, la Cámara de Representantes rechazó un proyecto de ley que pretendía ampliar la ley islámica en la Constitución de 1999. La enmienda constitucional presentada por Aliyu Misau, representante del distrito federal de Misau/Dambam del estado de Bauchi, pretendía modificar los artículos 24, 262, 277 y 288 de la Constitución de 1999 eliminando la palabra «personal» cada vez que se mencionaba la expresión «ley islámica». Los defensores del proyecto de ley argumentaron que la palabra «personal» restringía la aplicación de la Constitución en lo que respecta al derecho mercantil e internacional. Los detractores del proyecto de ley afirmaron que la palabra «personal» se incluyó en la Constitución por una razón, y que la religión debe limitarse a las preferencias personales, ya que Nigeria es un Estado laico[13].
En octubre de 2024, el jefe del Departamento de Promoción de la Salud del Ministerio Federal de Salud comenzó a revisar algunas secciones del Código Penal del país con el fin de aumentar el acceso a la «interrupción segura del embarazo». El 25 de octubre de 2024, el secretario general del Secretariado Católico de Nigeria emitió un comunicado en el que afirmaba que esta medida «corroboraba los temores ya suscitados por las diversas iniciativas anteriores del Gobierno para consagrar ideologías laicistas posmodernas que socavan significativamente las creencias culturales, morales y religiosas de los ciudadanos nigerianos». El secretario añadió que la medida amenazaba gravemente el «valor y la dignidad de la persona humana» y contravenía «las disposiciones de las constituciones, que prescriben la protección y el respeto absolutos de la vida humana y su dignidad inherente»[14].
En diciembre de 2024, una publicación viral en X sugería que en enero de 2025 se inauguraría un tribunal de sharía en la ciudad de Oyo, en el sudoeste de Nigeria. La declaración provocó acalorados debates en el país. Tras el debate, el grupo responsable de la iniciativa aclaró que la intención solo había sido crear un panel de sharía para los musulmanes que desearan someterse a arbitraje, no un tribunal. La inauguración del panel se pospuso indefinidamente[15].
Unos 25 años después de adoptar la sharía, la situación en el norte de Nigeria ha empeorado, ya que la etnia y la religión se han convertido efectivamente en medios para obtener poder, recursos y privilegios[16]. En la mayor parte de los estados del norte, las leyes contra la blasfemia están recogidas tanto en la sharía como en los códigos penales estatales.
La imposición de sentencias basadas en la sharía inflige tratos y castigos crueles, inhumanos y degradantes, como amputaciones y palizas[17], y en ocasiones culmina con la muerte[18], lo cual entra en conflicto con las obligaciones internacionales del país[19]. Además, la hisba (policía religiosa) impone restricciones morales y sociales, como, por ejemplo, la confiscación y destrucción de botellas de cerveza[20], el cierre de bares de shisha, la práctica de redadas en hoteles, la prohibición de cortes de pelo modernos y de la ingesta de alimentos en público durante el Ramadán[21] (incluso en zonas controladas por no musulmanes), la disolución de «reuniones inmorales» y el arresto de personas que no siguen la sharía[22]. En los estados de Kano, Zamfara, Yobe y Sokoto, la hisba está establecida legalmente[23], sin tener en cuenta la prohibición explícita del artículo 214.1 de la Constitución nigeriana, que afirma que «no se establecerá ninguna otra fuerza policial [distinta de la Policía de Nigeria] para la Federación o cualquier parte de ella»[24].
Los cristianos del norte hablan de una discriminación profundamente arraigada que supone exclusión política y menos oportunidades laborales; los hombres cristianos no pueden casarse con mujeres musulmanas; no se permite la educación cristiana en la escuela pública y todas las alumnas deben llevar el hiyab, el velo que cubre la cabeza que llevan las mujeres musulmanas; los alumnos cristianos no tienen acceso a becas estatales y se discrimina a los graduados cristianos en el mercado laboral; las Iglesias cristianas no pueden comprar terrenos y se deniegan los permisos de construcción a algunas de ellas; y las mujeres y niñas cristianas corren el riesgo de ser secuestradas, obligadas a casarse y a convertirse a la fuerza[25].
Por el contrario, en el suroeste de Nigeria, donde un porcentaje significativo de musulmanes convive con una población mayoritariamente cristiana, no se han producido incidentes significativos de violencia por motivos religiosos y las relaciones interreligiosas son, en general, respetuosas[26].
Una preocupación constante entre la comunidad cristiana de Nigeria es por qué, a pesar de ser un Estado constitucionalmente laico con una población cristiana de aproximadamente el 50 %, en 1986 el país se convirtió en miembro de pleno derecho de la Organización para la Cooperación Islámica (OCI) bajo la presidencia de Ibrahim Babangida. Entre los objetivos declarados de la OCI se encuentran la preservación de «los símbolos islámicos y el patrimonio común», la defensa de «la universalidad de la religión islámica» y la «revitalización del papel pionero del islam en el mundo»[27]. En 2022, el Gobierno federal, bajo la presidencia de Muhammadu Buhari, tomó la controvertida decisión de fortalecer las relaciones con Irán[28].
Incidentes y acontecimientos
Durante el período de dos años que se estudia en este informe, Nigeria ha sido testigo de una grave y creciente ola de violencia, impulsada en gran medida por grupos islamistas extremistas como Boko Haram y Estado Islámico-Provincia de África Occidental. Aunque es difícil evaluar las cifras exactas, los cristianos han sido objeto de ejecuciones extrajudiciales y secuestros por parte de grupos insurgentes y bandas criminales.
Aunque la afiliación religiosa desempeña un papel clave en la violencia actual de Nigeria, el conflicto también se atribuye a una serie de factores sociales, entre los que se incluyen la pobreza, la violencia étnica e intercomunitaria preexistente, el derramamiento de sangre entre los pastores fulani y los agricultores no fulani por disputas sobre la tierra y el agua, el analfabetismo, el desempleo juvenil, la debilidad institucional y la inacción gubernamental.
También es importante señalar que, aunque los cristianos son los más afectados por la violencia extremista, el hecho de que los grupos terroristas operen en estados con una población predominantemente musulmana significa que la violencia no solo ha afectado a los cristianos, sino también a los musulmanes.
Debido a la abrumadora cantidad de violaciones de la libertad religiosa entre enero de 2023 y diciembre de 2024, este apartado solo ofrece una selección de incidentes y acontecimientos relacionados con la libertad religiosa que tuvieron lugar en Nigeria durante el período estudiado en este informe.
Durante este período, la actualidad informativa de Nigeria ha estado dominada por los brutales y violentos ataques perpetrados por militantes extremistas, principalmente en el noreste, en el centro-norte y en el cinturón central del país, cometidos principalmente por grupos terroristas islamistas como Boko Haram y Estado Islámico-Provincia de África Occidental.
En enero de 2023, Boko Haram secuestró a ocho agricultores y asesinó a una persona en la aldea de Makilwe, en el estado de Borno[29].
El 25 de febrero de 2023, los nigerianos acudieron a las urnas para votar a un nuevo presidente y a los representantes de las dos cámaras del Parlamento Federal. El presidente Bola Ahmed Tinubu ganó unas reñidas elecciones con una participación electoral del 25,7 %[30]. La misión de la Unión Europea declaró que la falta de transparencia y los retrasos en la divulgación de los resultados electorales minaron la confianza de los votantes. El día de las elecciones se produjeron varios robos y «violaciones de los protocolos establecidos», lo que «dañó gravemente la confianza pública»[31].
El 29 de mayo y el 23 de junio de 2023, en el estado de Plateau, militantes fulani y otros grupos llevaron a cabo ataques coordinados en los que asesinaron a al menos 1100 cristianos, entre ellos 20 pastores y sacerdotes[32].
El 10 de agosto de 2023, militantes fulani masacraron a 21 personas, en algunos casos familias enteras, en Batin y Rayogot, en el distrito de Heipang, en el estado de Plateau. El ataque tuvo lugar durante una incursión nocturna, y los soldados nigerianos acuartelados en las cercanías no intervinieron a pesar de las advertencias previas, lo que provocó acusaciones de complicidad por parte del ejército[33].
El 12 de septiembre de 2023, pastores fulani y «otros terroristas» asesinaron a diez cristianos en la aldea de Kulben, en el estado de Plateau[34].
En octubre de 2023, extremistas de Boko Haram mataron a tiros a 17 personas en el estado de Yobe y luego utilizaron una mina terrestre para matar a otras 20 que habían acudido al entierro. Las autoridades presentes en el lugar no pudieron proporcionar detalles exactos sobre el número de víctimas mortales[35].
Entre el 21 y el 30 de octubre de 2023, asesinaron a 12 personas y violaron a 13 mujeres en el condado de Gwer West, en el estado de Benue. La Fundación para la Justicia, el Desarrollo y la Paz, misión católica de Makurdi, la capital del estado, denunció que unos militantes habían asesinado a al menos 153 personas en el estado de Benue entre el 4 de mayo y el 18 de octubre de 2023. El padre Cletus Bua, sacerdote a cargo de la parroquia de San Francisco Javier en Agagbe, declaró que «los fulani se han apoderado de ocho distritos municipales en Gwer West». Además, afirmó que los terroristas a veces violaban a las mujeres y las dejaban ir, «pero en la mayoría de los casos, las violaban y las mataban»[36].
En octubre de 2023, se produjo un atentado en Abuya, la capital del país, en el que murieron dos agentes de policía tras un ataque perpetrado por el Movimiento Islámico de Nigeria, organización proscrita que mantiene fuertes vínculos con Irán. En una declaración contraria, un jeque chií, Sidi Sokoto, afirmó que la policía interrumpió la Peregrinación Simbólica de Arba‘een, celebración religiosa chií, causando la muerte y heridas a varias víctimas[37].
Entre el 23 y el 31 de diciembre de 2023, cientos de terroristas, entre ellos mercenarios de Níger, Chad y Camerún y militantes fulani, en una campaña coordinada, atacaron aldeas predominantemente cristianas en el estado de Plateau, matando al menos a 295 civiles, muchos de ellos cristianos[38]. La oficina de Amnistía Internacional en Nigeria afirmó que había confirmado 140 muertes en las zonas de Bokkos y Barkin-Ladi, de mayoría cristiana, en el estado de Plateau, en la víspera de Navidad de 2023[39]. En una declaración del 8 de febrero de 2025, el Parlamento Europeo condenó «enérgicamente los actos de violencia perpetrados durante las Navidades contra cristianos y otras comunidades, que se saldaron con un número sin precedentes de muertos, heridos y desplazados», y expresaba «su solidaridad con los afectados»[40].
El comienzo de 2024 fue testigo de una oleada continua de ataques contra aldeas cristianas, con cientos de desplazados en los distritos de Bungha; muchas aldeas, como Washna, Kombili y Changal, fueron ocupadas posteriormente por colonos fulani dedicados a la agricultura y la minería[41].
En marzo de 2024, terroristas de Boko Haram secuestraron a decenas de personas desplazadas, en su mayoría mujeres, que vivían en un campamento en la ciudad de Gamboru Ngala tras huir de sus aldeas debido a los ataques de los insurgentes. Se estima que el número de secuestrados oscila entre 113 y más de 200[42].
En octubre de 2024, la Armada nigeriana capturó a 13 militantes fulani que estaban aterrorizando y asesinando a personas en el estado de Nasarawa. Según los oficiales de la Armada, con los últimos ataques ya era la quinta vez en cuatro meses que las milicias étnicas fulani invadían la comunidad[43].
En noviembre de 2024, el obispo Wilfred Chikpa Anagbe, de la diócesis católica de Makurdi, pidió que se tomaran medidas después de que la escalada de violencia en el estado de Benue provocara el cierre de 15 parroquias de su diócesis. Anagbe afirmó que las parroquias de las diócesis de Otukpo y Katsina-Ala también estaban cerrando debido al aumento del número de asesinatos y secuestros en esas regiones[44].
En diciembre de 2024, una oleada de violentos ataques contra comunidades cristianas del cinturón central de Nigeria, especialmente durante el período navideño, se cobró la vida de decenas de personas. Según informaciones recibidas por Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) de fuentes eclesiásticas locales, el incidente más grave se produjo el día de Navidad en Anwase, en el estado de Benue, donde fueron asesinadas al menos 47 personas, entre ellas varios niños, y donde el fuego destruyó las ocho capillas católicas de la parroquia de Santa María, además de clínicas, escuelas y viviendas. El párroco y su asistente sobrevivieron escondiéndose en el bosque durante todo un día antes de ser rescatados. También se han denunciado ataques similares en la diócesis de Makurdi (estado de Benue) y en el estado de Plateau. A pesar de los repetidos llamamientos de la Iglesia católica, el Gobierno nigeriano aún no ha proporcionado la seguridad adecuada ni ha frenado eficazmente la persistente violencia terrorista e intercomunitaria que afecta al país[45].
En Nigeria, los intereses de los fulani están representados por dos organizaciones principales: la Asociación de Ganaderos Miyetti Allah y Miyetti Allah Kautal Hore. Dirigidas por élites del sector ganadero fulani, ambas organizaciones han sido acusadas de permitir o justificar la violencia, aunque niegan públicamente su participación en cualquier actividad delictiva[46]. Los observadores de los repetidos ataques en el cinturón central de Nigeria sostienen que los militantes fulani no atacan a los aldeanos para dar de pastar a su ganado, sino para apoderarse de la tierra y expulsar a los cristianos de sus hogares ancestrales[47]. Algunos analistas sostienen que la milicia fulani opera con el apoyo de grupos yihadistas como Boko Haram y Estado Islámico-Provincia de África Occidental, y el Frente de Liberación de Macina, vinculado a Al Qaeda en Mali, o que proviene de ellos[48]. Combatientes de Mali y otros países vecinos entran a través de las porosas fronteras de Nigeria con la ayuda de redes regionales simpatizantes[49].
Durante el período estudiado en este informe, presuntos militantes fulani atacaron por primera vez una escuela, lo que supone una preocupante escalada de la violencia contra los cristianos en el cinturón central de Nigeria. El 7 de mayo de 2024, hombres armados atacaron la escuela secundaria Father Angus Frazer Memorial High School, en el estado de Makurdi. El ataque se produjo por la noche, mientras los alumnos dormían en los dormitorios. Gracias a la rápida intervención del personal del centro, todos los alumnos fueron evacuados sanos y salvos. Este ataque sin precedentes contra una institución educativa ha aumentado el temor de que las escuelas se conviertan en nuevos objetivos en medio de la violencia que sufren las comunidades cristianas[50].
El ataque al instituto Father Angus Frazer Memorial High School se produjo apenas unas semanas después del décimo aniversario del secuestro de 276 estudiantes, en su mayoría niñas cristianas, del instituto público femenino de Chibok, en el estado de Borno, por parte de Boko Haram. Más de una década después, más de 90 niñas siguen desaparecidas. Un informe reciente de UNICEF destaca un preocupante aumento de este tipo de incidentes: en los últimos diez años, 1680 niños han sido secuestrados en escuelas, mientras que 180 estudiantes y 14 miembros del personal han sido asesinados en ataques contra escuelas en toda Nigeria[51].
Nigeria se enfrenta a múltiples retos en materia de seguridad que afectan a la paz y la estabilidad del país y han desestabilizado amplias zonas del norte. La prolongada insurgencia islamista liderada por el grupo terrorista Boko Haram sigue provocando el desplazamiento de miles de personas en el noreste. Grupos yihadistas rivales descendientes de Boko Haram luchan por controlar la zona alrededor del estado de Borno, en las fronteras con Camerún, Chad y Níger[52].
Según el Índice Global de Terrorismo 2025, aunque los atentados terroristas en Nigeria disminuyeron un 37 % en 2024, las muertes por terrorismo aumentaron un 6 %, hasta alcanzar las 565 víctimas, la cifra más alta desde 2020. Este aumento, en el que no están reflejados los atentados perpetrados por militantes fulani, ya que no se clasifican como actos de terrorismo, se atribuye en gran medida al conflicto en curso entre Estado Islámico-Provincia de África Occidental y Boko Haram, que juntos representaron casi el 60 % de todas las muertes relacionadas con el terrorismo[53]. Los civiles fueron los más afectados, ya que constituyeron el 62 % de las víctimas mortales, lo que supone un fuerte aumento con respecto al 21 % registrado en 2023. Cabe destacar que Boko Haram superó a Estado Islámico como el grupo terrorista más mortífero de Nigeria por primera vez desde 2019, con 175 muertes en 2024, lo que supone un aumento del 18 %, a pesar de haber llevado a cabo menos ataques que el año anterior[54].
El 28 de junio de 2022, el presidente irlandés Michael D. Higgins condenó una masacre declarando que «el hecho de que tal ataque se haya perpetrado en un lugar de culto es motivo de especial condena, al igual que cualquier intento de convertir en chivos expiatorios a los pueblos de pastores, que se encuentran entre las principales víctimas de las consecuencias del cambio climático»[55]. La teoría del cambio climático —según la cual los ataques de los militantes contra los cristianos se deben principalmente a las consecuencias del calentamiento global, que empuja a las poblaciones a entrar en conflicto por el agua y los pastos— ha sido refutada en parte por la Iglesia local. En una entrevista con Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), el padre Remigius Ihyula, director de la Fundación para la Justicia, el Desarrollo y la Paz de la diócesis de Makurdi (estado de Benue), rechazó la explicación simplista del cambio climático para justificar la violencia actual. Sostuvo que los retos medioambientales por sí solos no explican los asesinatos, señalando que condiciones similares en otros lugares no han desencadenado conflictos comparables. Según el padre Ihyula, los ataques forman parte de una estrategia de los grupos terroristas, que explotan a los pastores como instrumentos para desplazar por la fuerza a las poblaciones locales[56].
La violencia en Nigeria también se ha visto avivada por acusaciones de blasfemia. En junio de 2023, Usman Buda, carnicero del matadero de Sokoto, al norte de Nigeria, fue asesinado por sus compañeros por unas declaraciones supuestamente blasfemas sobre el profeta Mahoma. Lapidaron hasta la muerte a Buda, padre de seis hijos, porque había afirmado que estaba de acuerdo con las ideas del jeque Abdul Aziz, destacado erudito musulmán del estado de Bauchi. Amnistía Internacional concluyó que la discusión que condujo a la muerte del carnicero había sido orquestada para saldar rencillas sobre las ventas en el mercado. Condenó el asesinato y culpó al Gobierno nigeriano de crear «un entorno permisivo para la brutalidad». Estados Unidos instó a Nigeria a derogar sus leyes contra la blasfemia[57].
Además, hay numerosos casos de mujeres acusadas de practicar brujería y asesinadas por ello. El 18 de junio de 2023, Martina Okey Itagbor fue acusada de provocar mediante brujería el accidente de moto en el que murieron dos jóvenes. Una turba la interrogó, la apedreó y luego la quemó viva junto a la carretera[58].
En febrero de 2022, un tribunal de la ciudad norteña de Kano condenó a Mubarak Bala, exmusulmán y ateo, tras declararse culpable de las acusaciones de blasfemia. En enero de 2025, le pusieron en libertad después de haber cumplido cuatro años de prisión[59].
En febrero de 2025, una delegación de Hamás visitó Nigeria. Una entrevista televisada con Ghazi Hamad, uno de los principales líderes de Hamás, en la televisión nigeriana provocó reacciones negativas por parte de los nigerianos y la comunidad internacional. En su entrevista, Ghazi Hamad justificó los ataques del 7 de octubre contra Israel como represalia por las acciones de Israel hacia los palestinos de Gaza[60].
El 13 de junio de 2025, militantes armados llevaron a cabo una masacre a gran escala contra aproximadamente 200 cristianos en el estado de Benue. Las víctimas, que ya habían sido desplazadas por ataques anteriores, se encontraban en un alojamiento temporal en la plaza del mercado de Yelawata, cerca de Makurdi, cuando los agresores —que, según se dice, gritaban «Allahu Akbar»— abrieron fuego indiscriminadamente tras prender fuego a las puertas del alojamiento de los desplazados. Según los testigos, la policía había impedido que los atacantes irrumpieran en la iglesia de San José, donde estaban refugiadas unas 700 personas desplazadas. A continuación, los militantes se dirigieron al mercado y abrieron fuego en una zona donde dormían más de 500 personas[61].
Los sacerdotes y religiosos católicos del norte de Nigeria también están siendo objeto de secuestros y agresiones. En octubre de 2024 secuestraron al padre Thomas Oyode, del estado de Edo, en el sur de Nigeria, y lo liberaron tras 11 días de cautiverio. El padre Emmanuel Azubuike fue secuestrado el 5 de noviembre de 2024 en el estado de Imo, y el padre Christian Uchegbu el día 6, cuando regresaba de Port Harcourt, en la zona del delta del Níger[62]. En total, en 2023 fueron secuestrados en Nigeria 25 sacerdotes y seminaristas; y en 2024, 12 sacerdotes y religiosos; todos ellos fueron finalmente liberados. En años anteriores habían secuestrado a otros tres sacerdotes que siguen desaparecidos, sin confirmación de que se les haya liberado o hayan muerto. Se trata de los padres John Bako Shekwolo (2019), Joseph Igweagu (2022) y Christopher Ogide (2022)[63]. La situación se ha deteriorado aún más en 2025, cuando en tan solo el primer trimestre del año han sido secuestrados 12 clérigos, entre ellos, el padre Sylvester Okechukwu y el seminarista Andrew Peter, cuyos captores los asesinaron. Aunque algunos ataques contra el clero están motivados por sentimientos anticristianos, muchos secuestros los cometen grupos criminales que operan dentro de la extendida industria del rescate en Nigeria. En estos casos, las figuras religiosas suelen ser blanco de ataques no específicamente por su fe, sino porque se las considera víctimas vulnerables y económicamente rentables[64].
Como noticia alentadora, en agosto de 2023, un tribunal del norte de Nigeria dictó una orden para proteger a una joven musulmana de 18 años que se había convertido al cristianismo. Su familia la había amenazado de muerte por abandonar el islam[65].
Los periodistas siguen enfrentándose a amenazas y violencia en Nigeria. La Media Rights Agenda (MRA), organización que documenta la violencia contra los periodistas en el país, señaló que las fuerzas de seguridad representan una grave amenaza para la libertad de prensa. Entre el 1 de enero y el 31 de octubre de 2024, las fuerzas de seguridad, incluidas la policía, el ejército y los servicios de inteligencia, cometieron 45 de los 69 ataques contra periodistas. Las informaciones documentan diversos tipos de ataque, entre ellos secuestros, detenciones e incluso agresiones y lesiones[66]. El 15 de marzo de 2024, la Agencia de Inteligencia de Defensa detuvo a Segun Olatuji, editor del periódico First News. Posteriormente fue puesto en libertad[67].
Futuro de la libertad religiosa
Durante el período estudiado en este informe, en Nigeria se han documentado innumerables ataques en los que la afiliación religiosa de las víctimas desempeñó un papel determinante o decisivo. La identidad religiosa, en particular la identidad cristiana en los estados del norte, hace que los cristianos (y los musulmanes moderados) sean especialmente vulnerables a la violencia, la persecución y el desplazamiento. Los grupos terroristas atacan a todas las comunidades, pero los expertos sostienen que a los cristianos los atacan de manera desproporcionada en comparación con los musulmanes debido a su identidad religiosa[68]. Además, los cristianos que huyen y llegan a los campamentos de desplazados internos se enfrentan a un abandono injustificado, a la discriminación y a la persecución por parte de los funcionarios y líderes de los campamentos debido a su fe cristiana. Por ejemplo, funcionarios del estado de Borno retuvieron deliberadamente las «tarjetas blancas», que permiten recibir ayuda humanitaria. En algunos casos, las tarjetas destinadas a los cristianos se entregaron a musulmanes[69].
Los cristianos nigerianos del cinturón central están sufriendo ataques. En esta zona de mayoría cristiana, los cristianos han sido víctimas de asesinatos, violencia sexual y secuestros por parte de grupos armados a menudo identificados como militantes fulani. Pastores extremistas han robado y destruido las tierras ancestrales de los cristianos, lo que ha dejado a millones de personas sin hogar, sin trabajo y viviendo en campamentos de desplazados internos sin acceso a la sanidad ni a la educación. El número y la ferocidad de los ataques contra las aldeas cristianas han llevado a algunos expertos a concluir que estas incursiones constituyen una apropiación deliberada de tierras con el objetivo de expulsar a los cristianos e islamizar la región[70].
La libertad religiosa en Nigeria se encuentra gravemente amenazada, principalmente debido a las medidas legales que apoyan la discriminación contra los cristianos en los estados del norte, así como a las atrocidades cometidas en todo el país. Por todo ello, las perspectivas para la libertad religiosa en la nación más poblada de África siguen siendo extremadamente sombrías.
Fuentes