SIRIA
Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva.
Siria se encuentra en una fase de transición. Tras la implosión del antiguo régimen y la huida a Rusia del expresidente Bashar al Asad tras una ofensiva relámpago de las fuerzas rebeldes en diciembre de 2024[1], fue declarado nuevo presidente interino de la República Árabe Siria Ahmed Husein al-Shara. El nuevo jefe de Estado es el líder de Hayat Tahrir al-Sham, una facción de Al Qaeda, el grupo islamista que controló la región de Idlib durante años. En marzo de 2025 Ahmed Husein al-Shara firmó una Declaración Constitucional provisional[2] que sustituye a la Constitución aprobada por referéndum en 2012[3]. Tal y como se indica en la Declaración Constitucional, el líder islamista gobernará durante cinco años antes de que se celebren elecciones en 2030.
La Constitución provisional de Siria estipula lo siguiente: «1) La religión del presidente de la República será el islam, y la jurisprudencia islámica será la fuente principal de la legislación. 2) Se protegerá la libertad de creencias. El Estado respetará todas las religiones divinas y garantizará la libertad de practicar todos sus ritos, siempre que ello no perturbe el orden público. 3) Se protegerá y respetará el estatuto personal de las comunidades religiosas de conformidad con la ley» (artículo 3)[4]. Según el artículo 8.3, «el Estado se compromete a combatir todo tipo y forma de extremismo violento, respetando los derechos y libertades».
Se estipula que «los ciudadanos son iguales ante la ley en derechos y deberes, sin discriminación por motivos de raza, religión, género o linaje» (artículo 10). Asimismo, la Carta establece que el Estado «protegerá los derechos humanos y las libertades fundamentales y garantizará los derechos y libertades de los ciudadanos» (artículo 12.1) y que «todos los derechos y libertades estipulados en los tratados, cartas y acuerdos internacionales de derechos humanos ratificados por la República Árabe Siria se consideran parte integrante de la presente Declaración Constitucional» (artículo 12.2).
El presidente de la República debe jurar el cargo ante la Asamblea Popular mediante la siguiente fórmula: «Juro por Dios Todopoderoso respetar fielmente la soberanía del Estado, la unidad del país, la integridad de sus territorios y la independencia de sus decisiones, y defenderlos. Respetaré la ley, salvaguardaré los intereses del pueblo y me esforzaré con toda sinceridad y honestidad en garantizarle una vida digna, lograr la justicia entre sus miembros y establecer valores nobles y una moral virtuosa» (artículo 33).
La Declaración Constitucional fue criticada por defensores de los derechos humanos. Una de las principales preocupaciones que suscita es la disposición que establece que la jurisprudencia islámica es la fuente principal de la legislación. A diferencia de la Constitución anterior, limita el reconocimiento oficial a las «religiones celestiales», es decir, a las religiones abrahámicas, como el cristianismo, el islam y el judaísmo. Según los expertos, esto podría negar de facto el reconocimiento a algunas de las comunidades religiosas más antiguas de Siria, como los yazidíes y los drusos. Se teme que, con el tiempo, esta disposición constitucional también pueda interpretarse para excluir del reconocimiento oficial a las sectas ismailí y alauí (ramas del islam chií)[5].
La mayoría de los sirios son musulmanes suníes. Alauíes (o alauitas), cristianos y drusos también forman parte del mosaico religioso tradicional del país. Los kurdos constituyen el grupo étnico no árabe más importante; la mayor parte de ellos profesan el islam suní y viven en el norte del país. Los kurdos no se mencionan explícitamente, y la República de Siria se define como árabe en el artículo 1.
Asad Elias Katan, teólogo ortodoxo sirio del Líbano, afirma que, desde que Hayat Tahrir al-Sham derrocó el régimen de Asad el 8 de diciembre de 2024, muchos cristianos tienen «miedo a la islamización»[6]. Según fuentes locales con las que se ha puesto en contacto Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) Internacional, los cristianos están comprometidos en desempeñar un papel pleno en el futuro de Siria y se niegan a ser etiquetados simplemente como una minoría religiosa que necesita un trato especial o, peor aún, a ser tratados como ciudadanos de segunda clase[7].
Según una fuente de ACN, que prefiere permanecer en el anonimato por motivos de seguridad, «los líderes de las comunidades no quieren definirse como minorías, porque de lo contrario podrían perder su representación en la nueva Constitución y en las instituciones estatales. Quieren insistir en la igualdad de derechos»[8].
En diciembre de 2024, los nuevos dirigentes del país aseguraron a los cristianos que no tenían por qué preocuparse[9]. Se han celebrado varias reuniones de alto nivel entre representantes cristianos y los nuevos gobernantes, en las que estos últimos han garantizado a los líderes cristianos que sus derechos serán protegidos[10].
El proselitismo y la conversión están restringidos únicamente en relación con el islam. Los musulmanes tienen prohibido convertirse a otras religiones, mientras que los miembros de otras religiones sí pueden convertirse al islam. El Código Penal prohíbe provocar tensiones entre comunidades religiosas[11].
En el artículo 462 del Código Penal sirio se dispone que se sancionará con una pena de hasta dos años de prisión a quien denigre públicamente las prácticas religiosas[12].
El artículo 48 de la Ley del Estatuto Personal declara nulo el matrimonio de una mujer musulmana con un varón no musulmán[13].
 
Incidentes y acontecimientos
En enero de 2023, el Gobierno sirio promulgó el Decreto Legislativo n.º 2 para regular «los asuntos y el bienestar de los niños de filiación desconocida»[14]. El decreto establece que un niño de filiación desconocida se considera «musulmán a menos que se demuestre lo contrario» y que una familia solo puede solicitar la acogida de un niño «si la pareja y el niño comparten la misma religión». La ONG Sirios por la Verdad y la Justicia criticó esta disposición por considerarla injusta para los no musulmanes y señaló que el decreto no especificaba las condiciones en las que se podía cambiar la religión de un niño del islam a otra diferente más adelante en su vida[15].
En abril de 2023, en Afrin, facciones del Ejército Nacional Sirio, milicia apoyada por Turquía, obligaron, presuntamente, a dos hombres yazidíes a convertirse al islam[16]. En julio de 2023, esta misma milicia atacó un santuario sagrado en una aldea yazidí de Afrin[17]. Según activistas yazidíes, su gente lleva sufriendo presiones sociales, culturales y religiosas desde que Turquía ocupó la región de Afrin en 2018. La Fundación Ezidina indica que el número de yazidíes de la región de Afrin se redujo de unos 35 000 a menos de mil tras la ocupación turca[18].
En junio de 2023 fue asaltada la iglesia asiria de San Jorge en Qamishli (noreste de Siria); destruyeron mobiliario y cruces, además de robar algunos objetos de valor (ornamentos e iconos). Según las informaciones recibidas, las iglesias y otros edificios cristianos de la zona costera del oeste de Siria han sufrido actos de vandalismo o saqueos al menos una vez al mes[19].
En julio de 2023, al menos seis personas murieron y más de 20 resultaron heridas a causa de la explosión de una bomba cerca de un santuario chií del sur de la capital siria, Damasco, un día antes de Ashura, día de luto observado por los musulmanes chiíes. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres, la explosión tuvo lugar cerca de posiciones de milicias iraníes, aliadas clave del expresidente sirio Bashar Al Asad[20].
En agosto de 2023, el grupo Estado Islámico confirmó la muerte de su líder, Abu Husein al-Huseini al-Qurashi, y nombró en su lugar a Abu Hafs al-Hashimi al-Qurashi. El grupo terrorista afirmó que su líder había muerto en «enfrentamientos directos» con el grupo Hayat Tahrir al-Sham en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, controlada por los rebeldes. Hayat Tahrir al-Sham negó esta afirmación. Anteriormente, en abril de 2023, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, declaró que las fuerzas de inteligencia turcas habían matado a al-Qurashi en Siria[21].
En agosto de 2023, el grupo Ansar al-Tawhid, aliado de Al Qaeda, mató al menos a 11 soldados en el noroeste de Siria tras un ataque con explosivos colocados en túneles excavados bajo posiciones del ejército[22].
En diciembre de 2023, el presidente sirio Bashar Al Asad declaró en la televisión siria que los judíos «que llegaron a Palestina» eran paganos jázaros del este del mar Caspio «que se habían convertido al judaísmo», y no el antiguo pueblo de Israel. Rechazó, además, las pruebas de que seis millones de judíos murieran en el Holocausto o de que los nazis emplearan «un método especial de tortura o asesinato específico para los judíos», quienes, según él, murieron igual que otras víctimas de la Segunda Guerra Mundial. Al Asad añadió que el Holocausto había sido «politizado» y utilizado como excusa para enviar a los judíos de Europa a Palestina. También afirmó que Estados Unidos había apoyado el auge del nazismo en Alemania entre las dos guerras mundiales[23].
La Red Siria para los Derechos Humanos documentó en 2023 al menos 33 ataques contra mezquitas en el país, 31 (el 94 %) atribuidos al régimen y dos (el 6 %) a las Fuerzas Democráticas Sirias, milicia dirigida por kurdos[24].
En diciembre de 2023, Hayat Tahrir al-Sham adoptó una nueva política de apertura hacia las minorías de Idlib, devolviendo algunas propiedades confiscadas y animando a cristianos y drusos a regresar. Sin embargo, la discriminación ha continuado, ya que a muchos propietarios no se les ha indemnizado por sus pérdidas[25].
En enero de 2024, la organización de medios de comunicación independiente Enab Baladi publicó una copia del proyecto de ley sobre «moralidad pública» elaborado por el Ministerio del Interior del Gobierno de Salvación Siria, el brazo administrativo de Hayat Tahrir al-Sham en Idlib. El proyecto de ley consta de 128 artículos. Además de la formación de la policía moral, contiene una lista de prohibiciones religiosas, como insultar a Dios, los profetas y la religión, y menospreciar los ritos, símbolos y a los eruditos islámicos. La ley también se dirige contra la brujería, la adivinación, la lectura de los posos del café y de las manos, comer en público durante el Ramadán y mantener las tiendas abiertas durante las oraciones del viernes; además, exige que las niñas mayores de 12 años vistan con recato fuera de casa[26].
En febrero de 2024, el Alto Comité para los Bienes Inmuebles abrió una oficina en Raqa con la misión de «proteger» las propiedades de los cristianos que habían abandonado la región durante los años de guerra civil[27]. La mayor parte de los cristianos abandonaron la ciudad después de que fuera declarada capital del Estado Islámico en 2014[28]. Desde entonces, han sido confiscadas ilegalmente muchas casas cristianas. Cuando se expulsó al Estado Islámico en 2017, la región quedó bajo el control de una entidad kurda, la denominada Administración Autónoma Democrática de la Región del Norte y Este de Siria[29].
En junio de 2024, el arzobispo católico sirio de Hasaka-Nisibi, Joseph Chami, declaró que los cristianos no participarían en las controvertidas elecciones municipales de la región controlada por la Administración Autónoma Democrática de la Región del Norte y Este de Siria: «La situación es complicada. Los cristianos no están contentos. La mayor parte de ellos no reconocen la legitimidad y el valor de las elecciones locales convocadas para el 11 de junio y no votarán». Según el prelado, están obligando a hombres y niños cristianos a servir en las milicias kurdas, mientras continúan las confiscaciones y apropiaciones ilegales de propiedades privadas cristianas, como casas y tierras[30].
A finales de noviembre de 2024, la ciudad de Alepo cayó en manos de Hayat Tahrir al-Sham. Las comunidades cristianas no denunciaron actos violentos[31]. En diciembre de 2024, los dirigentes de todas las Iglesias y comunidades eclesiales presentes en Alepo se reunieron con representantes de los grupos armados que controlaban la ciudad[32].
En diciembre de 2024, el gobernante de facto de Siria, Ahmed al-Shara, reafirmó su compromiso de respetar la diversidad religiosa del país: «Nos enorgullecemos de nuestra cultura, nuestra religión y nuestro islam. Formar parte del entorno islámico no significa excluir a otras confesiones. Al contrario, es nuestro deber protegerlas», declaró durante una reunión con el líder druso libanés Walid Jumblatt[33].
El 31 de diciembre de 2024, al-Shara se reunió en Damasco con representantes de las comunidades cristianas presentes en Siria. El líder islamista trató de tranquilizar a los dirigentes cristianos asegurándoles que la nueva Siria sería inclusiva y les deseó una feliz Navidad y un Año Nuevo en paz. Tras la reunión, el cardenal Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria, expresó un cauto optimismo respecto a las garantías de inclusión ofrecidas por el nuevo líder de facto. Aunque reconoció la importancia simbólica de este compromiso, Zenari subrayó que su verdadero valor dependería de que estas garantías se tradujeran en acciones tangibles[34].
Juan X, patriarca ortodoxo griego de Antioquía, también mostró su disposición a cooperar con las nuevas autoridades. «Les tendemos la mano para trabajar con ustedes en la construcción de la nueva Siria, y esperamos que el Sr. Al-Shara y su nuevo Gobierno nos tiendan también la mano», declaró el día de Año Nuevo de 2025[35].
En diciembre de 2024, unos hombres armados no identificados abrieron fuego contra una iglesia ortodoxa griega en Hama. Al entrar en el lugar de culto, dispararon contra las paredes de la iglesia e intentaron arrancar la cruz[36]. Desde la caída de la provincia de Hama el 5 de diciembre de 2024, la Red Siria para los Derechos Humanos ha documentado numerosas violaciones de los derechos humanos, como ejecuciones extrajudiciales, destrucción de viviendas particulares y ataques contra propiedades tanto públicas como privadas. Según los testimonios recabados por dicha Red, varios grupos participaron en estos hechos, siendo los yihadistas de Ansar al-Tawhid los responsables de gran número de estas violaciones[37].
En diciembre de 2024, miembros no sirios del Hayat Tahrir al-Sham incendiaron un árbol de Navidad instalado en un lugar público de Hama[38]. Según una fuente, destrozaron el árbol antes de que lo destruyera el fuego. Cuando los residentes intentaron detener este acto de vandalismo, los milicianos del Hayat Tahrir al-Sham dispararon al aire para mantenerlos alejados. Justificaron su acción diciendo que el árbol era un símbolo de politeísmo. En Alepo se denunció un incidente similar: un responsable de Hayat Tahrir al-Sham destruyó un árbol de Navidad en un barrio cristiano; poco después, el propio Hayat Tahrir al-Sham lo sustituyó por otro nuevo. En otras regiones controladas por Hayat Tahrir al-Sham también se registraron incidentes de este tipo.
Open Doors ha informado de que en barrios donde viven cristianos de ciudades como Alepo y Damasco, estaban apareciendo algunos grupos islamistas y se estaba instando a las mujeres a ponerse el hiyab o a convertirse al islam[39].
En diciembre de 2024, activistas defensores de los derechos humanos afirmaron que se creía que alrededor de 800 mujeres yazidíes y decenas de combatientes peshmerga, antiguos cautivos del Estado Islámico, seguían en una prisión controlada por las fuerzas rebeldes sirias[40].
En una reunión celebrada a principios de enero de 2025 con el padre Ibrahim Faltas, de la Custodia Franciscana de Tierra Santa, el presidente interino al-Shara manifestó su admiración por el papa Francisco y afirmó que los cristianos constituyen una parte importante de Siria, tanto en el pasado como en el presente, y no una simple minoría[41].
En enero de 2025, las fuerzas de seguridad sirias frustraron un ataque del Estado Islámico contra un santuario chií en un suburbio del sur de Damasco. Según SANA, la agencia estatal de noticias de Siria, las fuerzas de inteligencia y seguridad «lograron frustrar un intento del Estado Islámico de cometer un atentado con bomba dentro del santuario de la Sayida Zainab»[42].
En enero de 2025, el Instituto para el Estudio de la Guerra informó de que el Estado Islámico estaba resurgiendo en Siria tras varios años de reagrupamiento. Desde siempre este grupo ha aprovechado los vacíos de seguridad provocados por los cambios en la política internacional de lucha contra el terrorismo en Siria y África[43].
En enero de 2025, el cardenal Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, visitó Siria en una misión encomendada por el papa Francisco para manifestar a los fieles de esta atribulada nación la cercanía del Papa[44].
En enero de 2025, el arzobispo católico sirio de Homs, Jacques Mourad, denunció «varios casos de jóvenes cristianos amenazados y torturados en las calles, delante de todo el mundo, con el fin de infundirles miedo y obligarles a renunciar a su fe y convertirse al islam»[45].
En enero de 2025, el presidente Ahmed al-Shara anunció «un Gobierno de transición inclusivo que refleja la diversidad de Siria». En marzo de 2025, tomó posesión un nuevo Gabinete de transición. Hind Kabawat, cristiana y conocida opositora al régimen de Asad, fue nombrada ministra de Asuntos Sociales y Trabajo[46]. El kurdo sirio Mohammed Terko fue nombrado ministro de Educación. El alauí Yarub Badr es el nuevo ministro de Transportes de Siria. Amgad (Amyad) Badr, de la comunidad drusa, fue nombrado ministro de Agricultura[47].
En febrero de 2025, la pequeña comunidad judía de Siria afirmó que por primera vez en décadas había rezado en una sinagoga del casco antiguo de Damasco[48].
El 10 de marzo de 2025, el nuevo régimen sirio resolvió una operación militar contra las fuerzas de Asad. Los combates se iniciaron cuando partidarios de Asad atacaron una patrulla de seguridad siria[49]. A continuación se produjo uno de los conflictos más sangrientos de Siria en una década. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, murieron casi mil civiles, entre ellos mujeres y niños. La mayoría de los civiles asesinados por las fuerzas gubernamentales eran alauíes, aunque entre los fallecidos también había suníes y cristianos[50]. Durante los combates se produjeron una serie de asesinatos por venganza[51] y actos de humillación[52] contra los alauíes. Los enfrentamientos se concentraron en la costa mediterránea de Siria, comenzando en Jableh[53] y extendiéndose por la provincia de Latakia hasta Tartús, Hama y Homs[54]. El presidente interino de Siria ordenó una investigación sobre los asesinatos y prometió que «todos los implicados en el derramamiento de sangre de civiles» serían llevados «ante la justicia»[55].
En marzo de 2025, estalló la violencia sectaria en Damasco. Según informaron a Reuters testigos presenciales, hombres enmascarados atacaron viviendas y capturaron a hombres desarmados en el barrio predominantemente alauí de al-Qadam[56].
También en marzo de 2025, tres patriarcas cristianos sirios firmaron un llamamiento conjunto para detener las «horribles masacres» perpetradas por milicias yihadistas contra la minoría alauí. Juan X, patriarca greco-ortodoxo, José I Absi, patriarca greco-católico melquita, e Ignacio Efrén II, patriarca sirio-ortodoxo, denunciaron una «escalada de violencia que ha dado lugar a ataques contra civiles inocentes, entre ellos mujeres y niños»[57].
En marzo de 2025, las organizaciones y sindicatos yazidíes sirios criticaron duramente la Declaración Constitucional de la República Árabe Siria y pidieron su retirada inmediata y una revisión exhaustiva. El Partido de la Unión Siria, que representa a los cristianos asirios, ya había criticado el documento por no proteger los derechos de la población siria, étnica y religiosamente diversa[58]. Este partido aboga por un Estado laico que defienda la unidad, la soberanía y la independencia del país, manteniendo la neutralidad hacia todas las religiones y grupos étnicos.
 
Futuro de la libertad religiosa
Con la caída del régimen de Asad el 8 de diciembre de 2024, Siria, devastada por la guerra, entró en un nuevo capítulo de su historia. Es demasiado pronto para evaluar cómo afectará a la libertad religiosa de Siria la toma del poder por parte del grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham.
Por un lado, esta rama de Al Qaeda lleva tiempo oprimiendo a las minorías religiosas de Idlib. Por otro lado, el presidente interino Ahmed al-Shara ha dado garantías de que se respetarán sus derechos. Hasta ahora, los dirigentes eclesiásticos se han mostrado cautelosamente optimistas y han manifestado su disposición a cooperar con el nuevo régimen de transición.
El hecho de que el nuevo Gobierno sirio esté buscando ayuda exterior de los países occidentales podría proporcionar a las minorías cierta sensación de seguridad, ya que los donantes occidentales han insistido en la protección de los derechos de las minorías. La inclusión de no musulmanes en el Gabinete de transición es un primer paso positivo. Por el contrario, la Declaración Constitucional, con su orientación islámica, no suscita la esperanza de que Siria pueda convertirse en un Estado que garantice la libertad religiosa integral y no solo la libertad de culto.
Asimismo, queda por ver si el nuevo Gobierno de transición será capaz de controlar todas las facciones armadas que operan en el país. La masacre de alauíes perpetrada en marzo de 2025 ilustra la rapidez con la que puede deteriorarse la situación. También el atentado suicida con bomba perpetrado el 22 de junio de 2025 en la iglesia de Mar Elias, en el barrio de Dueila, en Damasco, causó 25 muertos[59]. Este atentado, el más mortífero de Damasco en los últimos años y el primero desde la caída de Asad, fue atribuido por el Ministerio del Interior a un miembro del Estado Islámico. El incidente aumentó la preocupación por el resurgimiento de células extremistas latentes que pueden socavar rápidamente la confianza en los compromisos del nuevo Gobierno de proteger a las minorías. Además, el Estado Islámico sigue activo en Siria y podría intentar aprovechar la inestabilidad reinante.
En Siria tardarán años en materializarse cambios políticos significativos. Llevará tiempo que se celebren unas elecciones libres y justas y que los grupos rebeldes se conviertan en actores políticos capaces de gestionar las instituciones estatales. El posible retorno de millones de sirios desplazados, entre ellos cristianos y miembros de otras minorías religiosas, depende de la estabilización política y económica de Siria. Por todo ello, las perspectivas siguen siendo inciertas para la libertad religiosa.
 
Fuentes